miércoles, 14 de diciembre de 2011

Hay cosas que verdaderamente me aterran y una de ellas es el fin. El fin de una relación familiar, el fin del amor, el fin de una amistad, el fin de la vida. Muchas personas creen, que las cosas racionales existen debido a una contraposición que las complementa, pero ¿acaso la vida es algo racional? Si quieres aprender sobre fotografía, tendrás que ir a un especialista en fotografía; si deseas saber acerca de la física, debes aprender de alguien que sepa física; pero si quieres aprender sobre la muerte, ¿a qué tipo de especialista has de ir? Dudo mucho que aquellos que saben de física, de fotografía, de cocina, de deportes, e incluso de salud sepan y puedan contestarte a las preguntas que existen sobre la muerte. Entonces ¿es necesario estar muerto para comprenderla, o ni siquiera aquellos que ya lo están son capaces de hacerlo?
Supuestamente la vida es una oposición a la muerte, creando así una especie de vínculo dependiente que demuestra aquello que va más allá de la razón (irracionalidad), todo aquello por y para lo que vivimos. Y a pesar de todo, ¿por qué en algunos momentos nos sentimos como no vivos a pesar de no estarlo, y actuamos como tales? Somos como pequeñas rosas que crecen poco a poco, alimentadas por rayos de sol y esperanza. Nuestras ramas crecen, al igual que nuestro tallo se endurece y consolida. Las espinas brotan y se mantienen alerta por cualquier posible ataque. Somos dos caras diferentes unidas por un mismo cuerpo y un alma dividida y simultáneamente fusionada por la simpleza de una esencia. Somos... ¿Somos? ¿Qué somos? ¿Quiénes somos? ¿A dónde vamos? ¿Qué es la muerte? ¿Por qué existe? ¿Qué nos hace merecerla? ¿Y la vida? ¿Es un destino común o simplemente una elección? ¿Será un fin o un inicio? ¿Una victoria o una derrota? ¿Un saludo nuevo o una despedida eterna? Somos, somos, somos.. Somos ignorantes ! Eso es lo que somos, pero también inocentes. La vida es algo indefinido, algo abstracto, algo personal y a la misma vez colectivo, a veces algo bonito y otras, un castigo. Ninguna hipótesis es suficientemente buena, alcanzable, verdadera, fiable para demostrar esa ignorancia que nos caracteriza. La vida, vida es. La muerte, muerte es. Y eso es algo que siempre permanecerá sumido en la intuición de la verdad, la mentira, o la duda que abarca el afán de desvelar éste gran misterio enterrado.

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